La universidad del futuro en Latinoamérica

 

Autor: Mario E. Díaz Durán (Uruguay)

A lo largo de la historia, podemos distinguir tres modelos universitarios en América, con características propias:

  • Independencia: nos encontramos con universidades públicas creadas, gobernadas y financiadas por el Estado, con el objetivo de formar nuevos profesionales que liderarían la construcción de un nuevo estado moderno. Se afiliaba al modelo napoleónico con cátedras independientes agrupadas en facultades que corresponden a áreas profesionales y contando como catedráticos con profesionales prestigiosos en dedicación parcial.
  • Segunda mitad del siglo XX: aparecen universidades vinculadas a comunidades religiosas o incluso empresariales, que tienen como objetivo formar profesionales con cierto perfil identitario específico, capaces de responder a necesidades del mercado. En este período las universidades públicas no gozan de una buena percepción.
  • Universidad de investigación: se dan ante el creciente valor económico del conocimiento. Las dificultades financieras de algunos países, presiona hacia el autofinanciamiento, lo que lleva a un acercamiento con la empresa y un esquema de aseguramiento de la calidad académica.

El nacimiento de las universidades en Latinoamérica lo podemos ubicar en el año 1551 con la creación de la entonces llamada Estudio General y Real Universidad de la Ciudad de los Reyes, la actual Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima.

Desde sus inicios, las universidades latinoamericanas han ido creciendo lenta pero inexorablemente, tras estos cinco siglos, alrededor de 3.700 universidades existen hoy en nuestros países[1]. El incremento del número de universidades fue acompañado lógicamente con un crecimiento en la matrícula en la educación superior. En el año 2000 la tasa alcanzó el 21%, en 10 años casi se duplicó (40%), según UNESCO en el 2014 se llegó el 47,5% y en el 2017 alcanzó el 50,6%, superando los objetivos de la Agenda 2030, lo que representa 26.300.000 estudiantes.

Además de esta masividad, se producirá un cambio en el perfil de los alumnos que acuden a estas instituciones. Debido al auge de la educación en línea, los universitarios ya no sólo serán jóvenes de entre 18 y 23 años, sino que convivirán diferentes generaciones de estudiantes. El crecimiento de la enseñanza digital también hará de las universidades unos espacios aún más globales, con alumnos de diferentes nacionalidades y culturas.

Mientras Edward Shils Profesor Emérito en la Comisión del Pensamiento Social y Sociología de la Universidad de Chicago, describió a la universidad moderna en forma bastante negativa, calificándola como «universidad masificada, tediosa, politizada, burocratizada, universidad financieramente constreñida, sin cohesión y caótica», en Latinoamérica encontramos en general una universidad con cobertura insuficiente, que muestra altos niveles de deserción, con importante masividad, con resultados insatisfactorios del aprendizaje, con recursos limitados, con una débil articulación con el entorno, con mínima producción de conocimiento, con métodos de enseñanza no actualizados, con programas incambiados e incluso con ineficiencias de gestión.

Rafael Puyol[2] (2000) dice “Hay un trío de certezas a las que, por el momento, no puedo llamar datos porque están incardinadas en el futuro”, ellas son:

  • dentro de 25 años, la mitad de las profesiones que estarán vigentes nos son aún desconocidas.
  • por primera vez en la Historia, la mayor parte de los conocimientos adquiridos por una persona al inicio de su vida profesional serán obsoletos al final de su carrera.
  • en la nueva naturaleza del trabajo, la transacción de conocimientos cobrará cada vez una importancia mayor; cada vez más, trabajar consistirá en aprender, producir y transmitir conocimientos.

La universidad del futuro

Ante esto, ¿cómo será la universidad del futuro?, ¿qué características deseables debería tener? La coyuntura sanitaria mundial, ha acelerado algunos procesos de desarrollo e incorporación de instrumentos digitales, que, sumado a otro tipo de situaciones, marcará la universidad del futuro.

En los próximos años, se deberá desarrollar – como nunca – el ejercicio profesional con un pensamiento global, por lo que el estudiante deberá ser emprendedor, entender que posiblemente cambiará más de una vez de trabajo y/o empresa, será necesario que se reinvente en aptitudes y actitudes y de integrar conocimientos especializados de diversas materias.

¿Cuál debe ser la respuesta de la Universidad a este paradigma?

  • Educación abiertala formación universitaria casi por definición debería ser abierta, con innovación y creatividad, con profusión de recursos digitales online y con redes de docentes trabajando en forma colaborativa. Ejemplos son el OpenCourseWare (OCW) del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y la difusión de los
    Massive Online Open Courses (MOOC).
  • Formación permanente especializada: propuestas flexibles y de rápida respuesta de formación especializada en consonancia con las demandas de un mercado laboral muy variable y mediante metodologías online de costo reducido. Oferta amplia de programas de especialización individualizados con la complementación de productos docentes de distintas universidades del mundo.
  • Formación transfronteriza: creciente movilidad de estudiantes, desarrollando estudios en más de una universidad de más de un continente, antes de su graduación. También la movilidad debe alcanzar a los docentes, promoviendo la formación global y multicultural.
  • Formación práctica: las prácticas preprofesionales en empresas u organizaciones deberían ser parte de la formación curricular con peso específico elevado, en consonancia total a la formación recibida. Posiblemente será difícil encontrar suficiente número de prácticas, por lo que las universidades tendrían que modificar los planes de estudio actuales y adecuarlos a las demandas sociales reales.
  • Hibridación: una de las ventajas competitivas de las universidades serán las titulaciones “hibridadas”, no sólo como consecuencia de adicionar conocimientos disciplinares transversales, sino con su efectiva integración, generando nuevas capacidades. Ya de hecho se producen disciplinas hibridadas de enorme potencial, como la analítica y la inteligencia artificial aplicadas a todas las materias.
  • Reducción de los desacoples entre oferta y demanda en el mercado laboral: otro reto de la Universidad del futuro es ser proactiva en la eliminación de desajustes entre formación y empleos. Será necesario disponer de estadísticas sobre el porcentaje de egresados universitarios que acceden a un puesto laboral que se adecue a su formación.
  • Fuerte formación generalista: en grandes áreas de conocimiento, que favorezca la flexibilidad curricular de los estudiantes y el reciclaje personal a lo largo de la vida profesional.  Debe completarse también, con una base sólida de especialización, pero que no condicione la posibilidad de reinventarse profesionalmente.

 Reinvención de las clases presenciales y virtuales.

¿Cómo podemos competir con nuestras clases sobre una materia, cuando los estudiantes tienen disponibles vídeos, materiales y exámenes de reconocidos docentes de nivel mundial de las grandes universidades de la región y el mundo? Nos enfrentamos al desafío de que nuestros estudiantes potencien su creatividad e innovación, que trabajen en equipos multidisciplinares, que piensen en forma global, que asuman la diversidad cultural, entre otros.

Se debe reinventar las clases presenciales y virtuales, configurando el intento de alcanzar objetivos tales como los mencionados en el párrafo anterior. Se deberán abordar con imaginación esos retos, propiciando una enseñanza más personalizada apoyada en tecnología. En concreto cabe pensar en cosas como:

  • Curricula y enseñanza personalizada: desarrollo de programas de trabajo sobre la formación adquirida, verificada y certificada sobre la base de mediciones internacionales de la mayor calidad existente. Habrá un mayor enfoque en la personalización de la enseñanza vinculado a la clara definición de perfiles particulares, donde la inteligencia artificial será un aporte revolucionario.
  • La reinvención de la clase presencial tradicional: se debe innovar las clases presenciales y desarrollar nuevas perspectivas tales como el aula invertida (flipped classroom). Los estudiantes tendrán menos horas lectivas y estará más enfocada a las clases prácticas. Las clases magistrales y los conceptos podrán ser aprendidos mediante materiales online de la mayor calidad. Al aula se llevará la discusión, la aclaración de dudas y la realización de tareas más creativas que requieran la presencia y el apoyo del profesor. El aprendizaje basado en proyectos será una herramienta de gran utilización.
  • La tecnología tendrá un rol fundamental: la incorporación de multidispositivos tecnológicos en el aula y con el apoyo de distintas herramientas virtuales, hará necesario definir formas de trabajo muy diferentes a los actuales, como proyectos, trabajos prácticos y trabajo en equipo.
  • Revolución de la enseñanza virtual: los campus virtuales tradicionales, tenderán a su desaparición. Surgirán entonces los MOOC como un generador de innovaciones disruptivas, el incremento de técnicas digitales (vídeo, gamificación, etc.), la mayor globalización de la enseñanza, el desarrollo de la cooperación interuniversitaria.

Investigación relevante y comprometida socialmente.

En el futuro, con el desarrollo de la sociedad del conocimiento, debemos pensar en una investigación abierta como propulsora de la innovación y vinculada al crecimiento económico de los países. La investigación universitaria deberá impulsar los grandes avances tecnológicos capaces de favorecer los Objetivos de Desarrollo Sostenible sobre temas como agua, cambio climático, educación, medio ambiente, pobreza, recursos energéticos, salud, sostenibilidad, las necesidades locales de cada entorno.

El investigador en la universidad del futuro debería ser innovador, consustanciado con la sociedad de la información del conocimiento, capaz de compartir conocimiento colaborativo. La pertenencia a círculos cerrados, la investigación irrelevante o de escaso valor social, quedará relegado a segundo plano. Algunas cuestiones a tener en cuenta serán:

  • Empresas de Base Tecnológica: generadoras de una cultura emprendedora no sólo en los docentes universitarios, sino también en doctorandos y estudiantes en general. La creación de EBT y startups, ligadas al conocimiento, representarán con sus éxitos y fracasos un componente de la propia formación universitaria. Debe buscarse la posibilidad de proporcionar facilidades a estas empresas, así como brindar respaldo legal e institucional.
  • Fuerte relación investigación-innovación: programas de investigación básica y aplicada deberán contar con una medición de los resultados que ponga énfasis en innovaciones competitivas con contribuciones reales y relevantes.
  • Investigación con valor social medible: la investigación aplicada debe generar valor social, incentivando la investigación relevante que se enfoque en los problemas reales de la sociedad.
  • Legislación que incentive el avance científico: necesidad de bases legales y normativas que se correlacionen con el desarrollo de la era digital, superando la era del papel. Por ejemplo, debería pensarse en cambios en la legislación de la propiedad intelectual y las patentes.

En el futuro, los campus universitarios deberían constituirse en los contextos más competentes para el desarrollo de la innovación, convirtiéndose en los espacios idóneos para el crecimiento de la sociedad del conocimiento, de los adelantos tecnológicos, de la creatividad, de la generación de ideas y del emprendimiento. Con sus diversas titulaciones, servirán como base del desarrollo experimental en áreas como internet de las cosas, smart cities, nanotecnología, open data, big data, analítica, predicción, business intelligence, nuevos tratamientos y controles inteligentes de la salud (smart health). Temas éstos donde las empresas y las universidades cooperen de forma provechosa favoreciendo el desarrollo de proyectos, patentes, innovaciones, nuevos productos. Se convertirían en entornos ideales para el desarrollo y seducción de talento local, nacional, regional e internacional.

Los sectores más tradicionales sufrirán la reducción de empleos no cualificados y su supervivencia dependerá de la posibilidad de captar el talento capaz de generar innovaciones. La recuperación del empleo vendrá determinada por la creación de puestos laborales capaces de generar cadenas de valor; y la necesaria capacidad de las universidades de generar empresas y nuevos empleos, con alto impacto en la productividad.

El futuro parece señalar el camino hacia una educación interuniversitaria, interdisciplinar, hibridada y altamente personalizada. La democratización de la educación universitaria y la universalización del saber, será un hecho en la práctica.

El nuevo modelo internacional deberá tener:

  • Acuerdos colaborativos entre las universidades para crear áreas de formación competitiva.
  • Generación de redes y comunidades online de docentes, de estudiantes y de investigación.
  • Revalorización de la universidad como factor del impulso del desarrollo local con conocimiento y estrategia global.
  • Mayor movilidad e intercambio de docentes, estudiantes, emprendedores.
  • Desarrollo de nuevos ambientes de educación superior que se hacen realidad a través de herramientas digitales de costo reducido.
  • Utilización de recursos docentes y de investigación abiertos para sus estrategias de formación y de certificación.

[1] webometrics.info/es. Consultado 23/10/2020

[2] nuevarevista.net/articulos/rasgos-y-desafios-de-la-universidad-del-futuro. Consultado 20/08/2020

 

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