Como evaluar la rentabilidad y la liquidez en las Entidades

Por C.P. Héctor Jaime Correa Pinzón
Presidente Asociación Interamericana de Contabilidad

Es normal que en la actualidad todas las entidades financieras soliciten a las empresas, previo a la concesión de un crédito, los reportes financieros y las notas aclaratorias a los mismos, al igual que los flujos de caja, sin embargo, las expectativas en el flujo de caja, son las de medir y verificar la capacidad de pago de las cuotas mensuales, lo cual es bastante obvio, ya que las mismas evalúan el retorno de su efectivo a través de los pagos de capital e intereses; en cambio los reportes financieros normalmente miden la rentabilidad.

Es por ello que las organizaciones empresariales deben tener una adecuada administración de la liquidez y al mismo tiempo una óptima rentabilidad que garantice su éxito; sin embargo, cuando se presentan crisis económicas esos conceptos se invierten, convirtiéndose en un dilema para el director de las finanzas de la compañía, quien deberá direccionar las políticas financieras con el fin de superar las dificultades.

Es pertinente indicar que la liquidez es la capacidad que tiene una empresa para cumplir con sus obligaciones, deudas o compromisos, mientras que la rentabilidad es la medida de la productividad de los dineros comprometidos en un negocio, aunque ambos conceptos son objetivos de la gestión financiera, se debe tener en cuenta su nivel de importancia a través del tiempo y a lo largo de la existencia de la Compañía.
Los problemas financieros de liquidez se deben solucionar en un corto plazo porque la ausencia de capital de trabajo, el incumplimiento en el pago a los proveedores, acreedores, empleados, entidades financieras, administraciones tributarias, entre otros, pueden limitar ostensiblemente la operación y el normal funcionamiento de la entidad, adicionalmente, imposibilita la obtención de recursos a través de créditos que faciliten mejorar la iliquidez, debido a que nadie presta dinero al que no tiene capacidad de pago.

Contrario a los problemas financieros de liquidez, los inconvenientes económicos de rentabilidad se pueden resolver en el largo plazo, mediante la mejora en la estructura de costos, incrementando los volúmenes de ventas, minimizando gastos, entre otras políticas que al implementarlas maximizan la rentabilidad o utilidad de los entes económicos.

Con lo anterior se puede afirmar que las organizaciones empresariales funcionan y operan es con efectivo y no con utilidades y en ese orden de ideas puede considerarse que financieramente no es viable vender a precios altos, es decir a crédito y tener un amplio margen de utilidad, si no existe una adecuada rotación de cartera que permita tener un buen flujo de caja para continuar con la producción de bienes y/o servicios, así como la correcta administración de la entidad.

La pregunta inmediata es resolver que puede ser mejor, tener liquidez o rentabilidad, obviamente en un escenario de corto plazo siempre será mejor la liquidez y por consiguiente las decisiones en momentos de una crisis financiera estarán inclinadas a favor de la liquidez, es decir, maximizar la liquidez, minimizando la rentabilidad, mientras que en el largo plazo la rentabilidad se puede mejorar y al convertirse las utilidades en efectivo, no existirán problemas de liquidez.

Es claro que en estos momentos que se viene hablando de nuevo de una crisis financiera global, a raíz de los múltiples problemas financieros y económicos que se continúan presentando en Norteamérica y en los países de la unión europea, es clave que las organizaciones empresariales se vayan preparando por lo que pueda suceder, pues se visualiza que dicha crisis se puede presentar al finalizar el presente año o a comienzos del próximo. Así que es conveniente ir preparando flujos de efectivo reales, que permita a las empresas subsistir ante la situación planteada, pues podrán sobrevivir aquellas que puedan sostener en el tiempo, adecuados flujos de caja, que le permitan cumplir con sus obligaciones, sin dejar de adquirir bienes y servicios que le den continuidad al objeto social de las compañías, pero especialmente, poder financiar a sus clientes, pues las crisis no solo afectan a las empresas que se organizan y planifican sus negocios, sino también a quienes reciben los mismos bienes y servicios a crédito, partiendo de las dificultades que se puedan presentar con los recaudos de cartera.

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