Asociación Interamericana de Contabilidad

Una medida de desempeño financiero magnificada

Miguel de Jesús Morel, PhD
Miembro de la Comisión Técnica Administración y Finanzas AIC

Dentro de las magnitudes económico-financieras que en los últimos años se han venido desarrollando ha sido el EBITDA una de las más importantes y qué tiene mayor presencia en la toma de decisiones y casi en exclusiva a la hora de hacer valoraciones sobre distintas compañías a nivel internacional.

El documento emitido con la Comisión de Principios y Normas de Contabilidad de AECA (Asociación Española de Contabilidad y Administración de Empresas), define el EBITDA, como una medida de carácter económico también denominada Resultado Bruto de Explotación (RBE), que muestra “el excedente de los ingresos de la explotación sobre los gastos relativos a estos ingresos, que la entidad debe atender en el ejercicio considerado, lo que le aproxima a una medida de recursos generados por la explotación, pero no a una medida de tesorería generada por la explotación.

Según Abad (2017) podemos definir el EBITDA (Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation and Amortization) como “una medida alternativa de rendimiento no definida por la normativa contable, cuyo uso se ha generalizado en los últimos anos”.

Esta magnitud financiero contable empezó a ser recomendable su uso a partir de los años 80 en los Estados Unidos para valorar la capacidad de la empresa para atender sus deudas entre los deudores de las compras apalancadas, tomando como argumento  de que las depreciaciones y amortizaciones son gastos que no suponen movimientos de tesorería, por lo que los fondos que generan deberían estar disponibles para atender la deuda.

 

Dentro de las contradicciones que ofrece el Ebitda está:

  • Puede ofrecer una visión difusa sobre el verdadero rendimiento de la empresa; ya que su resultado proviene de excluir todos los costos virtuales.
  • No existe estandarización asociada a esta magnitud, además de que dependiendo si el país en el que radica la compañía trabajo con Normas Propias o con Normas Internacionales la comparabilidad se pone en duda.
  • Siendo éste una magnitud clave para valorar la rentabilidad y el riesgo, con una gran aceptación en el medio ambiente financiero, una crítica que se le atañe es el hecho, de que puede estar sujeto al mismo riesgo de manipulación que lo resultados calculados en base a normativa contable, y en algunos casos el riesgo que se le atañe puede ser mayor[1]. Este esta sujeto a manipulación a través de los ajustes que se puedan realizar.

 

Sin embargo, el EBITDA está menos correlacionado con el valor de mercado de lo que comúnmente se piensa, y está plagado de omisiones y distorsiones que lo convierten en una guía poco confiable sobre el desempeño de una empresa. Argumentamos que existe una métrica mucho mejor para fines de valoración y gestión, tanto mejor que las empresas de capital riesgo deberían considerar adoptarla para reemplazar el EBITDA o, al menos, para complementarlo.

Una de las partiduras a discusión en la actualidad es que el EVA [2] (Economic Valued Added) es exactamente lo opuesto al EBITDA en el siguiente sentido: se mide después de impuestos, después de dejar de lado la depreciación y amortización como un sustituto del efectivo necesario para reponer los activos desperdiciados, y después de asegurarse de que todos los inversores, tanto prestamistas como accionistas: son recompensados ​​con rendimientos competitivos de su capital. EVA es la puntuación de beneficio final que se descuenta directamente del valor.

 

Problemas Asociados al EBITDA como medida de Desempeño [3]

 El EBITDA no fomenta la disciplina en torno a la solicitud o la inversión de capital. Los gerentes nunca deben preocuparse por generar un retorno decente del capital o incluso un retorno de la inversión de capital original porque el capital, en el mundo del EBITDA, es un recurso gratuito [4].

El EBITDA ignora el valor de administrar activos y acelerar la rotación de activos, lo que resulta en la liberación de capital excedente.

El EBITDA subestima sistemáticamente el valor de la subcontratación. Considere una empresa que vende sus activos tecnológicos y se convierte a operaciones en la nube de terceros. Los costos de ganancias y pérdidas (P&L) aumentan para pagar los servicios subcontratados, lo que reduce el EBITDA. Pero el EBITDA ignora el beneficio de vender los activos asociados y liberar capital.

El EBITDA exagera el valor de la integración vertical.  ¿Por qué cultivar la producción o la distribución y ceder algún margen? La respuesta correcta es que perder capital puede valer más que perder el margen. Pero nuevamente, el EBITDA no ve esa forma de crear valor.

El EBITDA favorece los productos y servicios de mayor margen, independientemente del capital adicional que puedan necesitar esas líneas en comparación con las de menor margen.

El EBITDA no ve ningún beneficio en reducir la factura de impuestos de una empresa o diferir los impuestos o hacer uso de las pérdidas acumuladas.

Con el EBITDA, nunca tiene valor vender o salir de un negocio, siempre que tenga alguna ganancia en efectivo. En realidad, vender o salir de unidades de bajo rendimiento y que agotan el tiempo y centrar la atención en las restantes puede agregar mucho valor.

El EBITDA está distorsionado por las reglas de contabilidad que no siempre reflejan la realidad económica; reglas, por ejemplo, que exigen el gasto de los desembolsos en I + D o la deducción de los costos de pensión informados.

El EBITDA, como ya hemos mostrado anteriormente, no tiene una conexión matemáticamente lógica con el valor.

Tomando en cuenta estas aplicaciones a las que se ve sumergida el ebitda cabe resaltar que en Latinoamérica tenemos que mirar con lupa todas las decisiones económicas que han sido tomadas utilizando como forma de valoración EBITDA.

 Debemos reconocer al mismo tiempo que uno de los indicadores que ha permitido una mayor organización en Latinoamérica para la comparabilidad de las empresas ha sido este y qué lejos de dejar de utilizarle lo que debemos de crear conciencia en su eficientización a la hora de calcularle.

A pesar de las evidencias de malinformación que posee el EBITDA, podemos reconocerle:

Primero, cuando se está evaluando invertir en dos o más compañías y se quiere evaluar el potencial de generar efectivo en cada una de ellas; nos ayuda a transparentar la cuenta de resultados, sometida a ajustes contables y políticas impositivas.

Segundo, Para comparar el resultado susceptible de generar efectivo (usando el EBITDA) versus el flujo de efectivo operativo. A través de esta comparación se pueden obtener importantes conclusiones ya sea descubrir maquillajes contables o bien detectar ciertas políticas que pueden hacer diferir el EBITDA respecto al flujo de efectivo, ejemplo de ello cuando los niveles de inventarios no se correlacionan con las ventas, etc.

Es fundión nuestra como Contadores financieros hacr una correcta evaluación y darle el significado a nuestras recomendaciones con la mayor claridad disponible para ello debemos de cuidar nuestras observacines basadas en esta magnitud piorque ofrece tomando en cuenta la industria resultados variopintos. Es de justos reconocer Debemos que EBITDA como medida financiera, tiene el sesgo de todas las demás y que no debe de utilizarse de forma aislada, sino en conjunto con otro grupo de indicadores que para que pueda evidenciar información de cara a la toma de decisiones.

 

[1] En los países anglosajones se ha acuñado un equivalente jocoso de las siglas en el que EBITDA equivaldría a «Earnings Before I Tricked the Dumb Auditors».

[2] Es un indicador financiero que muestra el importe que queda después de restar los gastos, impuestos y los costos de los inversionistas, es decir, nos muestra las ganancias reales después de los gastos y de recuperar la inversión.

[3] Tomado de Stewart (2019)

[4] Se considera al capital como un recurso gratuito por que el pago de los intereses está excluido en el monto considerado como utilidad.

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