Asociación Interamericana de Contabilidad

El poder invisible de los activos intangibles en la gestión empresarial

Por Fernanda De La Torre
Miembro de la Comisión Técnica de Investigación Contable

Al leer sobre activos intangibles, los expertos contables, como alquimistas de la modernidad, seguro invocaron rápidamente las normas contables y el plan  de cuentas: marcas, patentes, derechos de autor, etc. En sus mentes, los párrafos de las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF), se entrelazaron con las implicaciones fiscales, y los asientos contables se dibujaron como constelaciones en el firmamento de los estados financieros. Así se revela un universo oculto, lleno de potencial sin límites y proyecciones fascinantes, en la eterna búsqueda del beneficio de la entidad.

Pero los intangibles no se limitan a aquellos que se cuantifican y se reflejan en los estados financieros. También existen aquellos que no tienen una medición o un valor monetario asignado, pero que son esenciales para la gestión administrativa. Estos incluyen el  conocimiento, las relaciones con clientes y proveedores, la innovación y la tecnología, conocidos colectivamente como Capital Intelectual (CI).

Este término CI apareció en 1969 y ganó relevancia en la década de los noventa. Stewart (1991) lo definió como todo aquello que de valor, incluyendo el conocimiento. Prusak (1996) argumentó que el conocimiento puede ser una ventaja para la empresa, dependiendo de cómo se utilice y la rapidez con lo que se genere nuevo conocimiento. Posteriormente, estudiosos como Edvisson, Bontis y Sullivan ampliaron el análisis para incluir las habilidades profesionales, la experiencia, la tecnología, las relaciones con los clientes y proveedores. Eduardo Bueno profundizó en el tema durante varios años y, en 2013 incorporó la importancia de la innovación, todos coincidieron que estos intangibles dan valor a la organización.

Los intangibles ganaron relevancia, dando lugar a diversas teorías sobre CI. Cada una de estas teorías ofrecen perspectivas únicas sobre cómo los intangibles contribuyen a la creación de valor en las organizaciones. Entre las teorías más destacadas se encuentran: Teoría de Recursos y Capacidades, Teoría de Capital Intelectual, Teoría Basada en el Conocimiento, Teoría de las Capacidades Dinámicas. La teoría que integra elementos intangibles tanto internos como externos a la organización se conoce como la Teoría del Capital Intelectual.

Basándose en este fundamento teórico, diversos autores han establecido múltiples dimensiones de CI. Desde los activos de mercado  propuestos por Brooking (1998), hasta una estructura más consolidada desarrollada por Eduardo Bueno entre 2003 y 2013. Bueno definió las dimensiones del CI como Capital Humano, Capital Estructural (que incluye Capital Organizativo y Tecnológico) y Capital Relacional (compuesto por el Capital del Negocio y el Capital Tecnológico). Finalmente, destacó la importancia de incorporar el Capital de Innovación.

Se ha revisado los criterios de múltiples autores y las investigaciones realizadas en empresas, y todos coinciden en que el elemento humano es el activo más valioso de la organización debido a su conocimiento, experiencia, habilidades, valores y tras la pandemia, por su resiliencia. Estos intangibles no siempre se han visto reconocidos por los empresarios de manera cuantitativa, lo cual se evidenció durante la crisis sanitaria mundial, dónde se priorizó la economía de la compañía sobre las necesidades de los trabajadores, ignorando sus sentimientos, emociones y necesidades. No obstante, Albano et al. (2019), en su estudio sobre PYMES argentinas proporciona un marco de referencia para  mejorar la motivación y el desarrollo del Capital Humano mediante la aplicación de principios de neurociencias, lo que se considera tendrá un impacto positivó en la productividad y el éxito empresarial.

En el contexto del Capital Estructural, se destaca el conocimiento y otros intangibles que pueden analizarse y formar parte de la organización, como  la cultura, la estructura de procesos, el diseño tecnológico, las rutinas organizacionales y el aprendizaje organizativo, así como la tecnología. En la investigación realizada por De La Torre (2016-2024) sobre las PYMES del sector textil de Quito, se evidenció que, antes de pandemia, el tema tecnológico en las empresas se limitaba a la modernización de la maquinaria y el uso del internet. Sin embargo, tras este acontecimiento, las empresas han priorizado el uso de herramientas virtuales y la inversión en tecnología. De manera global, el crecimiento de la inteligencia artificial ha transformado la forma en la que los empresarios conciben el mercado.

En la investigación de De La Torre (2016-2024) se evidenció que los empresarios del sector de analizado eran reacios a las alianzas estratégicas, y que su conocimiento sobre clientes y proveedores se limitaba a aspectos puntuales como el precio, calidad del producto, la satisfacción del cliente, cumplimiento con proveedores. Aunque la imagen, el prestigio eran importantes, en la actualidad las alianzas se han convertido en  estrategias de sobrevivencia. Además, con el apoyo de la virtualidad, se han abierto fronteras a mercados nacionales e internacionales. En resumen, el mundo está cambiando y los intangibles están cobrando protagonismo para los empresarios.

Hablar de innovación en las empresas no siempre fue un tema de interés, a pesar de la creatividad de los trabajadores. Sin embargo, en la actualidad, la innovación en I + D se analiza con mayor profundidad. Nonaka en 1991, habló de la empresa creadora de conocimiento, y en 2024 parece ser una necesidad para trascender. La literatura destaca la importancia del CI, pero la mayoría de los empresarios investigados desconocen su significado. Al mencionar los intangibles, consideran importante su cuantificación. Diversos autores también han planteado la necesidad de una herramienta o mecanismo de evaluación.

El modelo de medición de intangibles más representativo es el Modelo Intellectus,  su creador Eduardo Bueno, que consolida indicadores en todas las dimensiones del CI. Sin embargo, los empresarios no consideran que esto genere valor para sus estados financieros, ya que aspectos como el conocimiento o el buen trato al cliente no tienen un parámetro de medición cuantificable en términos monetarios. Las NIIF han emitido normas de sostenibilidad que transforman la organización, exigiendo la divulgación de estrategias relacionadas a la sostenibilidad y el cambio climático. Se espera que esto facilite la toma decisiones en relación a la sostenibilidad, y promueva la responsabilidad social. Por lo tanto, la medición del CI debería ser de interés, si no por parte de un ente internacional, al menos por iniciativa propia de los empresarios, lo cual también contribuiría a la toma de decisiones administrativas y financieras.

La resiliencia de los trabajadores no aparece en el balance pero, indudablemente contribuyó a mantener a flote a las empresas durante la época de crisis. Aunque no se ha asigna un rubro específico a las buenas relaciones con los clientes y proveedores, es innegable que estas proporcionan una ventaja competitiva. Por ello, se está diseñando una propuesta que incluye una matriz de diagnóstico y un informe anual que cuantifica las dimensiones de CI mediante índices relacionados con las ventas, el beneficio neto del empresario y el retorno de la inversión. Este proceso ayudará a los empresarios  tomar decisiones informadas sobre los tangibles e intangibles de la organización.

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