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Ateneo – 18 meses de intrapandemia: desafíos y retos de la educación superior

Aquello que comenzó como una de las respuestas de la Comisión Técnica Interamericana de Educación a la pandemia, ha ido creciendo hasta convertirse en esta gratificante realidad:  este sábado 27 de noviembre llegamos a nuestro vigésimo tercero Ateneo: “18 meses de intrapandemia: desafíos y retos de la educación superior”, último del año 2021.

Ha transcurrido dieciocho meses del inicio de un confinamiento domiciliario que tuvo a la gran mayoría de la población mundial recluida en sus casas durante mucho tiempo. En ese periodo de tiempo, todos los ámbitos de la sociedad sufrieron la crudeza de una situación que no solo tuvo consecuencias sanitarias, sino que influyó en aspectos socioeconómicos y educativos.

Centrados en el ámbito educativo, si volvemos la mirada hacía esos meses de confinamiento, nos vienen a la mente las dificultades experimentadas por docentes de todos los niveles educativos, en la que se tuvo que afrontar, de forma inesperada, una docencia 100% en línea para la que muchos no estaban preparados. Este hecho puso de manifiesto la ausencia de competencia digital de un gran número de los implicados en el proceso educativo: profesorado, alumnado y familias. Esta deficiencia se unía, en la mayoría de los casos, a una falta de formación para el uso didáctico-creativo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, algo que, en pleno siglo XXI, debería ser obligatorio para los docentes de cara a actualizar los procesos de enseñanza-aprendizaje.

En todos los niveles educativos, esta obligación de adaptar la enseñanza presencial a la online sorprendió con el pie cambiado a muchísimos docentes y, también, a unas instituciones educativas carentes de recursos, en la mayoría de los casos. La ausencia de plataformas LMS consolidadas, la falta de un protocolo de evaluación que contemplara la no asistencia presencial y la realización de exámenes online, las carencias en los planes de formación permanente del profesorado, entre otros, han supuesto grandes retos y desafíos para el sistema educativo, que hay que afrontar cuanto antes.

En ese sentido, uno de los mayores retos que, no solo ha sobrevenido asociado a la pandemia, sino que lleva muchos años presente en el ámbito educativo y social, es la brecha digital. La actual crisis sociosanitaria provocada por el Covid-19 ha ampliado, aún más, esta brecha, siendo este uno de los mayores desafíos que ha planteado la postpandemia.

Otro de los grandes retos, que se desprenden de las carencias evidenciadas por los docentes tras el confinamiento, ha sido, como se ha comentado anteriormente, la ausencia de una competencia digital docente adecuada. La formación permanente del profesorado en TIC, es, por tanto, uno de los grandes retos que se deben afrontar a corto plazo, algo que requiere, también, una mayor implicación del profesorado, en muchos casos, demasiado acomodado.

Uno de los desafíos más complejos y, a su vez, más motivadores, es la adaptación de la metodología tradicional o pasiva a una metodología más activa, cuya finalidad principal es la personalización del aprendizaje. Muchos docentes están asentados en un modelo clásico de enseñanza que, durante el confinamiento y, con posterioridad, ha fracasado por su falta de flexibilidad y su excesiva mecanización, algo que, cuando se produce algún cambio, es muy complejo de adaptar. Se requiere, pues, una adaptación al paradigma educativo del siglo XXI, basado en el constructivismo y el conectivismo, en dar el protagonismo al alumnado en su proceso de enseñanza-aprendizaje y aprender de forma conectada, en red, colaborativa y cooperativamente. Es pues, fundamental, que se lleven a cabo metodologías más activas como el aprendizaje basado en proyectos o problemas, la clase invertida, la gamificación, el design thinking o los anteriormente citados aprendizajes colaborativo o cooperativo.

Por último, habría que hacer hincapié en la mejora de los procesos evaluativos, que se ha convertido en un importante desafío. No solo hay que centrarse en adaptar la evaluación final, sino todo el proceso de formación continua, conjugando la evaluación formativa con la sumativa. Por ello, hay que conseguir que el alumnado esté activo durante todo el proceso, fomentando la comunicación, el debate, el trabajo colaborativo e, incluso, incrementando su participación en el desarrollo de las pruebas de evaluación.

Todos estos retos se deben transformar, a su vez, en propuestas de mejora que deben favorecer la evolución en positivo del proceso de enseñanza aprendizaje pospandémico. Nos hemos tenido que dar cuenta, por culpa de una crisis sanitaria a nivel mundial, que el siglo XXI ha llegado.

Estos fueron algunos de los temas de nuestro Ateneo, ese espacio que la Comisión de Educación ha instalado como una modalidad de capacitación que se caracteriza por ser un espacio de reflexión y de socialización de saberes en relación con las prácticas docentes en nuestros países.

Las importantes y extensas aportaciones de los participantes hacen inconveniente su presentación resumida, por lo que invitamos a ver el video completo, que tiene muchos aportes de interés. De los asistentes hicieron uso de la palabra, algunos de ellos más de una vez: Leila Di Russo (Argentina), Bolívar Gutiérrez (Uruguay), Lucía de Santiago (México), Mario Danilo Espinoza (Guatemala), María Antonieta Olivares (Perú), José María González (Argentina), Marco Aurelio Gomes Barboza (Brasil), José Nicolás Cruz (República Dominicana), Dino Francisco Parra (Ecuador), Gabriel Trucco (Argentina), Idrián Estrella (Ecuador), Liliana Bejarano (Bolivia), José Carlos Dextre (Perú), Nury Matías (República Dominicana), Eugenio Patricia Ramírez (ecuador), Yvonne Huertas (Puerto Rico), cerrando Mario E. Díaz (Uruguay).

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