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Sepa másPor Jorge Alejandro Sánchez Henríquez PhD – MBA – CPA
Miembro de la Comisión de Administración y Finanzas de la AIC
Profesor Universidad de Talca – Chile
Email jsanchez@utalca.cl
Muchas cosas han cambiado en nuestras vidas, en los últimos dos años, estos cambios radicales no solo nos han afectado en nuestra vida privada y en las relaciones con nuestras familias, con nuestro entorno e inclusive con nuestras amistades, sino que han afectado nuestro mundo laboral y en esa afectación a llegado al punto que la relación laboral se ha transformado de una relación presencial empresa-trabajador, a una relación totalmente remota, trabajador-medios de conexión- empresa, este nuevo escenario provocado por el COVID-19, se constituyó en la gota de impulso el desarrollo explosivo e invasivo del teletrabajo en todo el planeta. Muchos autores, que son mencionados a continuación, han escrito sobre el teletrabajo y han tratado de explicar su vertiginoso desarrollo, algunos de sus pensamientos son los que inspiraron partes de este documento.
Aparentemente el teletrabajo gracias a la pandemia está viviendo una especie de “apogeo”, que seguramente lo consolidará en el futuro, sabían ustedes que en España en marzo 2021 se publicó una estadística bien particular, en la cual se mostraban palabras candidatas a la “palabra del año” y los nominados principales fueron “Coronavirus y Teletrabajo”, entre las candidatas del año, según FundéuRAE.
El origen del teletrabajo tiene ya varias décadas, sin embargo, gracias al COVID-19 pudimos ver y experimentar, su consolidación, ya nadie discute, que “llegó para quedarse”, ya nadie discute todas las bondades que presenta. Sus orígenes datan de la crisis del petróleo de la década de los 60-70, la cual generó preocupaciones sobre el uso del combustible, los largos desplazamientos laborales y la congestión del tráfico en las principales áreas metropolitanas en la década de 1970 (Bailey & Kurland, 2002) a raíz de esto fue que Nilles (1975) empleó por primera vez el término teletrabajo refiriéndose al trabajo alejado de la oficina. El paso del tiempo ha generado que varios autores definan el teletrabajo, tal es el caso de Gupta et al., (1995) quienes se refieren al teletrabajo como el trabajo realizado en un lugar alejado de las oficinas centrales o instalaciones de producción, donde el trabajador no tiene contacto personal con sus compañeros, pero puede comunicarse con ellos a través de las tecnologías de la comunicación. También el teletrabajo es propuesto como un tipo de empleo que consiste en trabajar fuera del lugar tradicional utilizando las tecnologías informáticas (Nilles, 1994; Bailey y Kurland, 2002).
Esta modalidad de empleo (teletrabajo), era vista solo como una alternativa a la forma de trabajo tradicional, y era muy resistida por las empresas ya que, antes de la pandemia, (PRE COVID-19), se prefería que las personas dejaran sus casas para asistir a lugares de trabajo centralizados y hoy nos encontramos con la tendencia inversa “IN COVID-19”, en que las personas vuelven a practicar sus habilidades y ocupaciones desde el entorno de su domicilio (Baruch, 2020). Lo anterior se ha visto incrementado aún más durante la pandemia del COVID-19 en donde trabajar desde casa se ha convertido en la nueva normalidad para muchos trabajadores (Schur et al., 2020). Hoy por hoy, la mayoría de los artículos y pensadores sobre el tema de la pandemia, coinciden en que uno de los efectos que permanecerán de ella, será el teletrabajo, como efecto “POST COVID-19”.
El teletrabajo es una de las transformaciones más recientes y revolucionarias de la idea que se tenía del trabajo (Martínez, 2012), dado que el desarrollo tecnológico ha hecho que esta modalidad de empleo sea cada vez más importante (Baruch y Nicholson, 1997; Hislop y Axtell, 2007).
El teletrabajo o trabajo a distancia, según Izquierdo (2000), se basa en las posibilidades de reubicación física del trabajador de forma externa al resto de la organización empresarial, gracias a la utilización intensiva de los ordenadores y telecomunicaciones. Adicionalmente los autores Buira (2012); Cámara Arilla (2000); Sanguineti Raymond (2002) coinciden en la idea general de la definición anterior del teletrabajo, la cual consiste en que esta modalidad de empleo se realice a distancia y con la colaboración de las tecnologías.
Autores como Schur et al., (2020), Halford, (2005), Sullivan, (2003), Contreras y Rojas, (2015) confirmaron la importancia que tienen las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC), ya que, son estas las que hacen posible trabajar fuera de las oficinas. Por ende, el teletrabajador requiere de la comprensión y utilización intensiva de estas tecnologías para el desarrollo de sus actividades (Havriluk, 2010).
Dado lo descrito anteriormente se deduce la importancia de las tecnologías de información, sobre la implementación del teletrabajo, ya que en gran parte esta modalidad se ha implementado por el nivel de la tecnología existente, debido a que los teletrabajadores pueden comunicarse con las dependencias de la empresa sin tener que ir físicamente a ellas.
El teletrabajo puede ser clasificado dependiendo del lugar en que se realice, por ejemplo se le denomina teletrabajo domiciliario al trabajo que se realiza directamente desde casa, si el trabajo es realizado desde oficinas que son creadas específicamente para esta función se le llama telecentro y teletrabajo móvil a aquellos que se desplazan a diferentes lugares (Sosa & Verano, 2007; Pérez et al., 2002; Barba, 2001).
El teletrabajo es una actividad laboral que está penetrando rápidamente en las organizaciones debido a los beneficios que brinda tanto a la empresa como a los trabajadores (Agudo Moreno, 2014). Entre los beneficios que otorga esta modalidad a las empresas son la reducción de gastos, mayor productividad, flexibilidad en la programación y realización del trabajo (Cascio, 2000; Baruch, 2000). En cuanto a los trabajadores, sin duda que el mayor beneficio que otorga el teletrabajo es la integración de personas discapacitadas y madres jefas de hogar al mundo laboral ya que pueden trabajar desde casa sin la necesidad de ir a la empresa (Mejía, 2007; Diego & Villegas, 2013).
En la misma línea planteada por los autores en el párrafo anterior, el teletrabajo como toda nueva tendencia que se adopta, si se implementa adecuadamente genera muchos beneficios, sin embargo si es mal implementada será fuente de problemas y desventajas para la organización, para sus trabajadores y para la Sociedad, pero esto es normal y se le presenta desde siempre, a las personas y a las organizaciones cuando se enfrentan a un cambio. Al estudiar a diferentes autores que abordan este tema se concluye que el teletrabajo, al ser bien implementado, potencia estrategias del tipo “ganar-ganar”, es decir, les provocan efectos positivos a todos los actores involucrados, léase empresas, trabajadores y también a la Sociedad. Sus efectos positivos son variados, entre otros, otorga mayor flexibilidad en el trabajo con todos los beneficios asociados que ello conlleva, proporciona incrementos de productividad, reduce costos fijos y variables, reduce riesgos propios del trabajo presencial, potencia la vida personal y familiar, elimina discriminaciones por incapacidades físicas de los trabajadores, potencia las competencias profesionales de los trabajadores, concentra el esfuerzo, potencia la capacitación, mejora la conciliación vida personal-vida laboral, mejora el absentismo laboral, ayuda a enfocar las estrategias organizacionales, ayuda a retener a los empleados, descentraliza operaciones y proceso, mejora las comunicaciones y las coordinaciones con el personal, mejoras en la calidad de la alimentación de los trabajadores, mejoras en la salud general de los trabajadores, entre las más relevantes.
También a las organizaciones les entrega una serie de beneficios asociados con sus programas de responsabilidad social empresarial, tales como mejoras en inclusión socio-laboral de población vulnerable como por ejemplo situación de discapacidad, aislamiento geográfico, cabezas de familia. Aplicación de buenas prácticas laborales que contribuyen al mejoramiento de la calidad de vida de los trabajadores y a su desarrollo, con la integración de los últimos avances de la tecnología con nuevas formas de trabajar y todo realizado en ambientes flexibles de trabajo. Aporte al descongestionamiento en las urbes de nuestros países, al optimizar el mejoramiento de la movilidad en las ciudades y la reducción del tráfico asociado a las jornadas de trabajo y finalmente apoyar en temas tan post-modernos y contingentes como ayudar sustantivamente en la reducción de la huella de carbono al evitar el desplazamiento y traslado de los trabajadores hacia la empresa.
A nivel global, distintos organismos supranacionales han tenido que recoger el guante y han tenido que pronunciarse sobre este “nuevo concepto”, tal es el caso de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), quien define al teletrabajo como una forma de trabajo que se realiza a distancia, es decir, en una ubicación alejada de una oficina central o de las instalaciones de producción, con la ayuda de las TIC —Tecnologías de la Información y la Comunicación— que facilitan al mismo tiempo la separación física y la comunicación.
En una publicación titulada “Libro blanco: El ABC del teletrabajo en Colombia”, se plantean 2 visiones, totalmente diferentes de lo que era el trabajo antes de la irrupción del teletrabajo y lo que es ahora.
También el teletrabajo ofrece aspectos positivos muy destacados y concretos, en ese sentido resulta muy interesante analizar las cifras globales de un estudio realizado en Chile por Randstad, quienes realizaron una encuesta a más de 440 compañías de diferentes tamaños e industrias, con el fin de evaluar el número de organizaciones que tenían implementado teletrabajo en Chile y las ventajas asociadas al mismo. Así, la investigación arrojó que, en ese momento, 31% de las firmas había incorporado esta práctica de manera permanente y que los principales beneficios observados por los líderes de capital humano eran: mayor equilibrio vida laboral-familiar, con 23%; más capacidad para atraer y retener talento y aumento de los índices de productividad, ambas opciones con 17%; reducción de los costos, tanto para la compañía como para el empleado, con 16%; impulso del uso de nuevas tecnología (11%); reducción del absentismo (8%); promoción de la inclusión (5%); y reducción de la rotación (3%). En relación al futuro Randstad plantea que el escenario va a ser diferente una vez pasada la crisis. Como esta práctica se puso en marcha abruptamente; aumentando 17 veces entre la fase 1 y 4 de contagio; las firmas que no se sentían preparadas para implementarla tuvieron que desarrollar modelos adaptados e ir aprendiendo en la práctica. De esta forma, hoy cada vez más organizaciones han comenzado a trabajar con documentos clave en la nube u otra plataforma desde donde se pueda acceder de cualquier lugar y dispositivo con cuentas de usuario corporativas; especialmente a sistemas de gestión internos para procesos críticos del negocio, como el pago de nóminas y facturación; aparte, las firmas que no tenían un Plan de Continuidad de Negocio ante emergencias o desastres naturales, lo han comenzado a desarrollar; todas iniciativas tremendamente positivas y que han generado un entorno empresarial más propicio para el home office, sobre todo cuando la crisis sanitaria haya pasado. Eso sí, no hay que olvidar que uno de los grandes desafíos de esta nueva forma de trabajar es contar con la seguridad informática suficiente, una aspecto que también deben tener en cuenta las compañías para que esto sea sostenible a lo largo del tiempo.
En un estudio que acaba de concluir en enero 2021 y en el cual tuve la oportunidad de participar, se constató fehacientemente el incremento explosivo del teletrabajo en la producción científica, de primer nivel mundial (expresado en las bases de datos científicas Scopus y WOS), reafirmando sin lugar a dudas el altísimo interés, que ha provocado el estudio del teletrabajo también en la comunidad científica en todo el mundo.
En un artículo publicado recién el 5 de marzo en el Diario Financiero, se hace mención a que Nicholas Bloom, economista británico muy galardonado y que comenzó a estudiar el teletrabajo mucho antes del COVID-19, planteó en su último estudio (basado en encuestas realizadas a 22.500 estadounidenses), que el teletrabajo “llegó para quedarse”, en efecto, así ya lo planteaban las cifras de “The IWG Global Workspace Survey”, quienes nos decían que el 62% de las empresas en el mundo ya implementa políticas de trabajo flexible, entre ellos, el teletrabajo: más del 50% de los empleados trabajan a distancia casi la mitad de su semana laboral, estas cifras preliminares son abrumadoras y solo constatan que tenemos que aprender a convivir con esta nueva forma de trabajo y que debemos hacer todos los esfuerzos necesarios de adaptación a ella, ya que IN COVID-19 y también POST COVID-19 seguramente estará entre nosotros, y también cada vez más presente en nuestras vidas laborales. Nos enfrentamos a un nuevo desafío, solo depende de cada uno de nosotros sortearlo con éxito.
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